lunes, 12 de noviembre de 2007

Intrascendencia

Era cuestión de divertirse más que otra cosa. Los equipos implicados no parecían los más apropiados para ofrecer un gran espectáculo. De un lado, el Valencia, con nuevo entrenador y en pleno desequilibrio de todo. Del otro, el Murcia, cuya principal virtud era tener un chándal como el traje de faena de Peter Parker. Hacía meses que no iba al fútbol y, por lo visto el sábado, se me han quitado las ganas de repetir, al menos hasta que pase un tiempo. Lo bueno es que lo que ocurrió unos metros más abajo no me pilló por sorpresa. Del resto, todo bastante bien.
Es impresionante la capacidad que tiene el deporte profesional y el ambiente que lo envuelve de abstraerte de cualquier pensamiento. Pese al peñazo del juego, conseguí olvidarme de mis preocupaciones que, aunque no sean muchas ni muy graves, ahí están. Paños de agua caliente que no sirven de nada, dirán algunos. Pues sí, pero efectivos durante un rato al fin y al cabo. Suficientes para recargar pilas y recomenzar. Con todo, un alivio temporal que no excusa el inmovilismo que practican algunos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los espectáculos deportivos son el futuro, el arma más precisa para disparar un tiro certero al pensamiento crítico... Soy un traidor.