miércoles, 17 de octubre de 2007

Bienvenido, caos

Hace tiempo que estoy demasiado complaciente. El rosa ha engullido todo lo demás durante un tiempo pero la realidad siempre acaba por imponerse. Me quedan muchas cosas por resolver y tengo la sensación de no llegar a ninguna. Los desajustes me han llegado de repente, cuando ya no los esperaba. No son cuestiones de excesiva importancia aunque sí necesarias para mi vida cotidiana. Poner una lavadora, hablar con el director del banco, recomprar mi casa, descartarla o retomar mis contactos familiares son asuntos de los que me he desentendido demasiado tiempo y ahora no paran de acosarme. No he llegado al extremo de que me asfixien y me devuelvan al gris pero siento la necesidad de atajarlos antes de que se me escapen de las manos. Más aún, creo que son estas cosas las que deben de marcar mi agenda, las que tengo que priorizar sobre cualquier otra. Al fin y al cabo son las mías.
El desorden no es siempre sinónimo de problemas. A veces simplemente sirve como sistema de alarma para enfocar lo verdaderamente importante. Creo que esta vez lo he entendido y voy a tratar de poner soluciones. Eso sí, sigo sin renunciar al rosa.

4 comentarios:

Ra dijo...

Cada dia que pasamos nos damos cuenta que el consejo de meter todo en una caja y dejarla en un rincón no es la solución... suerte amigo.

Anónimo dijo...

Está bien que este tipo de cosas estén presentes en tu vida con el ánimo de resolverlas, pero nunca pueden marcar tu agenda. Estoy convencido de que ahora mismo debes estar iniciando algo mucho más importante que, sin duda, sí que debe centrar todos tus esfuerzos.

La clave de todo es darle a cada cosa la importancia REAL que tiene.

Salut!

Anónimo dijo...

Me ha costado, pero te he encontrado. ¡Qué tal la vida!, que nunca me llamas... Y esa PSP??? Sabes, confieso que todavía no he ido a arreglarle la conexión TV/Ordenador a nuestro maestro común y no hay día que pase sin que me acuerde y piense: "Mierda, tengo que ir...". Pero ya sabes cómo soy, un desarraigado... Echo de menos la trinchera, la guerra y trabajar con amigos. Echo de menos una vida lejos de este mundo marketiniano y extraño en el que me he metido, pero que al mismo tiempo me engancha con sus promesas de un futuro mejor. Cabronazos!!! Llamarme cuando quedéis, quiero irme de birras con vosotros y tomarme un algo aunque sea con esta camiseta verde horrible que me toca llevar cada día hasta que me canse o me den la patada...

Yeh au!

AnayDani dijo...

Que pasa caótico.
A ver si cuentas algo más, y de paso, ¿Te has cambiado la dirección email? no me puedo poner en contacto contigo