lunes, 17 de septiembre de 2007

Dosis de realidad

El tiempo no sólo se acumula en mi existencia como un lastre, también me ha servido para crecer, para madurar. Gracias a su inevitable transcurrir he aprendido a controlar mejor los momentos de trabajo (No tanto como me gustaría pero sí lo suficiente). Fue ayer cuando tuve conciencia de esta situación. Un suceso propició la revelación. Hacía tiempo que no me enfrentaba a uno de ellos y me hacía falta salir de nuevo a la calle para volver a experimentar los encantos de la profesión. Decía con tino un prócer entre los plumillas que hay quien practica periodismo de salón y otros que se empapan de realidad. Pues ayer yo fui feliz embadurnado de tragedia, lo reconozco. Hasta el jefe me lo notó pese a que afloraron mis llantos habituales en el interior de su despacho. Nunca seré un buen actor.
Pese a los efectos beneficiosos de la experiencia, no tengo ganas de volver a la que considero la sección más dura del periódico. Es demasiado exigente y requiere de dosis de entusiasmo que actualmente no tengo. Tampoco la jauría que la acompaña es recomendable. Un vistazo a mi alrededor al llegar al lugar del crimen y los actores habituales de los sucesos aparecieron en escena. Los hay de todo tipo. Los primeros, los compañeros de las televisiones. Esperan cualquier movimiento de los redactores de periódico para ponerse a su rueda y expulsarles después de las declaraciones a golpe de cámara. Otros, los peores, son los que cuando se sienten protagonistas se atreven incluso a lanzar preguntas como: ¿Había mucha sangre? Pues seguro, los habían degollado. Finalmente, están los popes que han tenido que bajar a la tierra a conocer a los mortales y no saben ni por donde caminan. Se les ve a la legua. En las ruedas de prensa de sus secciones no dejan de sacar pecho. Hacen chistes, ríen a carcajadas y dan palmaditas. Pero en estas situaciones se pierden, se les ve atemorizados. Ni se mueven.
A todos los redactores nos viene bien una dosis de realidad de vez en cuando. Hay que bajar al mundo para saber qué es lo que hacemos, para mantener el contacto aunque sea a golpe de asesinato. Afortunadamente, yo no estaba tan alejado como pensaba. Me mantengo en forma y me alegro. Veremos cuánto me dura.

1 comentario:

Juanjo Marcos dijo...

Como uno de los máximos exponentes del periodismo de salón alicanitno no puedo sino quitarme el sombrero ante aquellos que se dedican/dedicaron a la única sección genuinamente periodística que queda.
Un saludo